Ayer en el estudio de Cristina Toledo me encuentro con una cautivadora dualidad: una mujer dulce e inteligente, que guarda una personalidad tan fuerte y valiente como para enfrentarse a representar el debate histórico del cuerpo femenino.
Para realizar sus obras Cristina empieza con la recolección de imágenes de revistas de época, material digital, fotografías familiares… que van a constituir el punto de partida de sus cuadros. En esas imágenes busca elementos particulares, distorsionadores, que den pie a múltiples interpretaciones.
En la serie “El síndrome de Norma Desmond”, haciendo alusión a la protagonista de la película El Crepúsculo de los Dioses (1950, Billy Wilder), Cristina nos muestra a mujeres sometiéndose a tratamientos de belleza de diversa índole, resaltando la tiranía de la estética y proponiendo una reflexión profunda sobre conceptos como la feminidad, el fetichismo o el sufrimiento voluntario que conlleva alcanzar el ideal de belleza. En esa reflexión nos damos cuenta de que nada ha cambiado en relación con el concepto de belleza como estereotipo: a día de hoy los tratamientos de belleza son distintos, pero el sacrificio es el mismo.
En la serie “Archivo de Sombras”, con una clara inspiración en la época de fines del siglo XIX principios del XX, nos encontramos con pinturas en las que los rostros se esconden y el protagonismo se centra en el cuerpo oculto. Los personajes, cubiertos entre densidades de telas y velos, están notablemente presentes. Las obras presentan diversas lecturas: desde la opresión a la figura femenina de la época hasta sensaciones lúdicas, eróticas o sumisas.
En definitiva, una artista enorme, con una maestría indiscutible a la hora de desafiar al espectador y una propuesta intemporal (y, al mismo tiempo, muy actual en el contexto de los avances del feminismo en nuestros días).