Leyendo sobre coleccionismo de arte, sobre los diferentes tipos de coleccionistas que hay, sobre cómo se crea una colección… me he encontrado con cosas que me han parecido interesantes porque, aunque evidentes, nunca me las había planteado. Os cuento alguna: Toda colección empieza con una primera obra. En todas las elecciones artísticas hay mucho que pensar, buscar, estudiar y, sobre todo, sentir. Pero esa primera obra sobre la que vas a descargar la responsabilidad de ser la base de tu colección debe entusiasmarte. Cada uno tiene su opinión sobre cómo tomar la decisión: algunos la ven como un trabajo “técnico”, que requiere de una búsqueda sosegada, larga y de mucho estudio, que te lleva al artista y la obra que buscas. Otros, sin embargo, definen el proceso justo al contrario: primero encuentras la obra que te fascina y luego, antes de comprarla, investigas sobre ella hasta el último detalle. Coleccionar es, en sí mismo, Arte. La creación de una colección es una “actividad artística” pues da origen a una obra de arte nueva, la colección, que es distinta de las piezas que la integran. La colección tiene su propio significado, su propio mensaje. Cuando una obra se integra en una colección, cambia su esencia: deja de expresar lo que el artista plasmó en ella para representar lo que el coleccionista quiere contar. Todo coleccionista tiene una parte de mecenas. Y ello no sólo porque con sus adquisiciones son el último (o el penúltimo) eslabón del mercado del arte sino porque, muchas veces, el coleccionista sabe que su “obra” no es realmente suya, sino que existe para ser compartida y contemplada por todos. Por eso las grandes colecciones suelen estar expuestas o son cedidas a museos e instituciones similares para el deleite de todos. Decía Pilar Citoler que el fundamento de una colección, más allá satisfacción personal de su creado, es la de hacer partícipes de ella a los demás. Ideas básicas que, al menos a mí, me han hecho reflexionar. Feliz día.
El arte de coleccionar
- Reflexiones
- 20/11/2022