Teoría del Arte

por Ana Melo

El mito de la caverna

El mito de la caverna

En “El mito de la caverna”, Sócrates le contaba a Glaucón que los prisioneros que estaban encadenados en la cueva habían generado su idea de lo que era la realidad en base a las sombras que veían en una de las paredes. Y no sólo tenían claro que esa realidad suya era la auténtica, sino que desconfiaban de quien, tras superar el miedo y abandonar la cueva, volvía para contarles que la realidad era otra cosa superior. A ese que les hablaba de la grandeza del exterior les consideraban un extraño, un enfermo, un loco.

La reflexión es la misma que la que subyace en la actual “zona de confort”. Salir de ese lugar donde nos sentimos cómodos (porque ya lo conocemos y controlamos) es algo que nos presentan como un reto, con algo que nos hace crecer como personas. Exactamente lo mismo que explicó Platón hace 2.400 años.

La alegoría que nos plantea “El mito de la caverna” la podemos encontrar en muchos ámbitos de nuestra vida y, entre ellos, en nuestro “enfrentamiento” al mundo del arte.

Desde nuestra cueva, nos hemos creado la idea de que el mundo del arte es inaccesible, elitista, en el que solo ciertas personas (por conocimientos, capacidad económica u otro “algo” que nosotros no tenemos) tienen cabida. Son muchas las “sombras” que alimentan esa idea: museos solemnes, críticas complejísimas, galerías “rígidas”, subastas en las que se mueven ingentes cantidades de dinero… ¿Qué sentido tiene interesarse por un lugar donde no encajamos?

Pero, como en la caverna de Platón, la realidad está más allá de esas sombras, y sólo hay que superar el “miedo” inicial para descubrirla y disfrutarla. Esa realidad está compuesta por la desbordante capacidad creativa y calidad de geniales artistas jóvenes y no tan jóvenes que nada tienen que envidiar al de autores consagrados, galeristas volcados en explicar sus exposiciones, arte de calidad a precios asequibles… una realidad donde mandan las emociones y los sentimientos y en el que únicamente hay que entrar y, a partir de ahí, dejarse llevar.

Tenemos que perder el miedo a romper la falsa realidad que nos hemos creado y salir de la cueva. Os aseguro que lo que hay más allá de las sombras es maravilloso.

Feliz día.

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