Teoría del Arte

por Ana Melo

El retrato

El retrato

Hace muchos años leí “El Retrato de Dorian Gray”, la única novela del autor irlandés Oscar Wilde, que fue publicada por primera vez en 1890. Es uno de mis libros favoritos.

El análisis y la búsqueda del significado de la novela, en la que un hombre se envilece impulsado por el miedo ante la muerte, da para muchas líneas. En la historia se interrelacionan la moral, la belleza, el hedonismo y el narcisismo.

Pero, dejando al margen esta obra maestra de la literatura fantástica, hoy quiero centrarme en el retrato como representación de una persona en dibujo, pintura, escultura o fotografía.

¿Por qué encargamos que nos hagan un retrato? ¿Por qué tantos artistas han pintado autorretratos? El retrato se realiza en un momento de nuestra vida que, aunque no lo imaginemos, es una época que vamos a congelar. Será una etapa más o menos feliz, más o menos sustancial, y así quedará para siempre representada en el retrato.

Y diréis “bueno si quiero verme con 20 años tiro del álbum familiar” Fotos hechas al azar en cumpleaños, bodas, con amigos, familiares… y sí, nos traen muchos recuerdos.

Sin embargo, la magia del retrato está en que, en el mismo, el artista es capaz de plasmar en la pintura, fotografía, dibujo o escultura no solo tu “yo externo”, sino también tus emociones, tus sentimientos, tu “yo interno”. Ahí está el genio del artista; trascender de la mera representación física y plasmar los rasgos internos del retratado.

Yo tengo un retrato mío de hace 25 años, y reconozco la persona que era en aquel entonces, pero no es la persona que soy ahora. Aun así, es algo cautivador ver como las manos de un pintor han sido capaces de captar un estado de ánimo, una emoción concreta de una época que no se repetirá.

Aunque pueda sonar romántico, creo que todo el mundo debería retratarse alguna vez; un retrato es la mejor manera de recordarte a ti mismo que hubo una persona en ti antes que tú.

Feliz día.

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