Mi primer contacto con la obra de Francisca Martín @francisca_martin_ fue visitando la Fundación Valentín de Madariaga, en Sevilla. Y la misma complicidad que sentí entonces ante su trabajo se repitió cuando la conocí por primera vez, durante mi estancia en Sevilla el fin de semana de “Contemporánea Sevilla”.
Cuando la escucho hablar, con las emociones a flor de piel, entiendo mejor cómo es capaz de decirnos y hacernos sentir tanto, con su arte.
Sus cuadros nos muestran recortes de imágenes, detalles del cuerpo femenino, capaces de sacar de nosotros unos recuerdos que creíamos olvidados, profundamente íntimos. La imagen, perfecta y monocromática, con el blanco y el negro jugando a callar y decir, es una experiencia vivida pero que, por la magia de la artista, no evoca en nosotros el momento físico sino los pensamientos y emociones que sentimos entonces: la mente en blanco mientras te pintas los labios, la libertad y completa paz cuando estas flotando en el agua, la cabeza llena de dudas que preguntas a tu reflejo en el espejo, el desorden mental mientras juegas con algo entre tus dedos…. Sin duda, el juego de la imagen fragmentada potencia la evocación emocional, invitando a nuestros recuerdos a completar el momento a partir de los sentimientos que afloran.
Francisca comparte su yo más íntimo representando las imágenes clave que nos harán perder el latido, sorprendernos cuando veamos que surgen de nosotros aquello que creíamos olvidado pero que, sin embargo, permanecía ahí dentro. Pierdo la cuenta de las veces que, mientras vemos sus cuadros, me salgo de mi cuerpo y me veo en aquel momento, y siento la misma alegría, dolor, ilusión, tristeza… que me corría por dentro entonces.
Todo gira en torno a la intimidad, de la idea de borrar límites y barreras, de abrirnos completamente y de generar una conexión especial, franca y pura. Cuando te abres así ante los demás es imposible evitar sentirse vulnerable. Pero cualquier temor desaparece cuando ves que tu obra lleva al espectador a entregarse con la misma intensidad.
Pronto os contaré más de Francisca, porque todos merecéis vivir la experiencia de sentir su obra.
Feliz día,
T.A.