La performance es una disciplina artística que se caracteriza en que las obras son ejecutadas por el propio artista, utilizando su cuerpo: el artista está presente, en vivo, mantiene una interrelación directa con el espectador.

En 2010 Marina Abramović (Belgrado, 1946) presentó en el MoMA de Nueva York la presentación performática “La Artista Está Presente”. La obra consistía en sentarse frente a la artista en silencio, manteniendo un contacto visual constante. La obra perseguía analizar el contacto entre personas sin restricciones de tiempo.
Esta artista conceptual cuenta con numerosos ejercicios de este género. Y algunos son realmente controvertidos.
Uno de los más conocidos es, Rhythm 0 (“Ritmo Cero”), de 1974. Su objetivo era probar el límite del cuerpo humano y las relaciones sociales. Permitió a la audiencia manipular su cuerpo. Dejó tomar decisiones al público y se llegó a crear una atmosfera muy agresiva.

¿Qué puede llevar en este tipo de experiencias visuales a que un artista llegue a perder el conocimiento, pueda autoinfligirse dolor o permitir que se lo provoquen? ¿Por qué querer causar reacciones tan fuertes?
Algunos de estos ejercicios pueden ser placenteros ya que el artista puede realizar movimientos ínfimos o dejar que su cuerpo y el de su audiencia se centre en distenderse y relajarse. Todas ellas tienen un elemento de generosidad del artista, que expone su cuerpo y su espíritu para provocar aquello que quieren mostrar con su obra.

Lo que es evidente es que la performance plantea una conexión entre cuerpo y mente interesantísima. Ya sea espontánea o ensayada, con o sin guion, su resultado e impacto son ilimitados.
La performance nos demuestra que, dentro del vasto mundo de la manifestación artística, es posible experimentar todo tipo de sensaciones. Y ello nos invita a explorar todos los géneros, siendo muchos los movimientos artísticos de vanguardia.

Feliz día.