Silo de Hortaleza (C/Mar de las Antillas, 14. Hortaleza. Madrid)
Del 17 de mayo al 27 de junio.
De Lunes a Sábado de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00
La necesidad de comunicarnos es consustancial a nuestra condición humana.
Para facilitar esa transmisión de información, sentimientos y emociones nacen los códigos, conjuntos de símbolos y signos que, conforme a reglas fijadas y conocidas por el emisor y el receptor, incorporan la información y generan el conocimiento.
Aun cuando en el mundo de la transmisión de la información los códigos lingüísticos tienen, sin duda, un papel protagonista, la comunicación mediante signos tiene un origen mucho más remoto. Las representaciones de animales y cazas en las paredes de las cuevas constituyen, en cierto sentido, los primeros elementos utilizados para compartir conocimiento.
A partir de ahí, la codificación empieza a ampliar su objeto, dando entrada a la simbología espiritual. Los códigos no sólo se utilizan para representar la realidad material sino para identificarse como grupo a través de la comunicación con las deidades.
Los códigos, como creación humana, se multiplican al mismo ritmo que surgen las distintas comunidades, integrando la idiosincrasia propia de cada colectivo. Surgen entonces los distintos lenguajes, códigos fonéticos y gráficos que beben de las particularidades culturales de los distintos colectivos y los identifican como comunidades sociales propias.
Y en los tiempos actuales, surgen de nuevos sistemas de transmisión de información que buscan la unidad en la comunicación de la información. La ciencia, a través de los lenguajes de programación, el código binario, los códigos de barras… abre una nueva vía a los “lenguajes universales”, desligados de aspectos culturales y sociales y centrados en el fin último de servir de cauce a la efectiva transmisión de la información.
Junto a todos ellos, algunos símbolos han alcanzado una significación superior, al margen de cualquier código o sistema, de forma que cualquier individuo o colectivo, por muy distintos que sean, reconocen en los mismos una información concreta y universal.
En “Imperio Código”, Julio Galán propone un recorrido por la historia de la comunicación humana a través de los códigos, planteando una reflexión sobre nuestra capacidad de concentrar y transmitir información a través de signos y símbolos. Una aproximación a la semiótica. Una invitación a la reflexión sobre cómo unos elementos más o menos abstractos generan un significado o reacción concreta en la mente del receptor.
En su propuesta, los signos, como elementos que integran los códigos, son los únicos protagonistas: el artista se centra en el detalle, en la belleza intrínseca del símbolo, por encima de la información que incorporan. Las formas y los colores sobre el lienzo de puro lino generan unas imágenes de una fuerza y belleza tal que hace olvidar su trasfondo comunicativo.
Y es que el Arte, como herramienta a través de la cual el artista busca generar conocimiento en el espectador, es un código en sí mismo. Pero es un código especial porque, sin reglas ni máximas preestablecidas, transmite y genera emociones y sensaciones propias y distintas en cada espectador.
La magia de la comunicación artística.